En un mundo tan absorbente, en el cual desde primeras horas de la mañana en los medios de comunicación y
con lo que pasa a tu alrededor nos va dictando que es lo que tenemos que hacer,
induciéndonos a decidir qué es lo mejor para nosotros, como debemos de ser,
hacia donde debemos dirigir nuestra atención. En medio de ese ir y venir
cotidiano, las metas que nos proponemos día a día y en el contexto de que se
nos llega el día que alcanzamos una meta y luego nos volvemos a colocarnos otras
metas diferentes se nos va el tiempo, se nos va la vida en esa lucha por
alcanzarlas.
Es por eso que considero que es importante
hacer un alto en nuestro camino, ver hacia atrás y hacia el frente para hacer una revisión personal e identificar
si lo que hemos hecho y lo que hacemos cada día, en lo que invertimos la mayor parte de nuestro
tiempo es el reflejo de nuestra esencia y preguntarnos ¿esto es realmente parte de
mí? ¿es un reflejo de lo que en realidad somos, lo que hemos sido y lo que queremos
llegar a ser?
Siempre he pensado que la vida es
como un libro, en el cual cada etapa nueva que vivimos es como un nuevo capítulo
en el libro de nuestra vida, el cual si bien es cierto; está conformado por las
cosas que nos rodean, las personas, el contexto en el que vivimos, las
situaciones externas que se nos presentan, también ese libro de nuestra vida está
en su mayoría conformado por lo que somos nosotros en realidad, las decisiones
que tomamos, la forma en que recibimos o no lo que se encuentra en nuestro
entorno.
Es por eso que tenemos diferentes
etapas de nuestra vida, unas buenas otras malas, otras difíciles otras fáciles,
unas largas otras cortas, en fin, no importa como sea el capítulo de tu libro
de la vida que estés viviendo en este momento, solo toma el lápiz y el papel o
el teclado, empieza a escribir y disfrutar de cada etapa, a encontrar las enseñanzas
que cada una de ellas dejan en tu vida, disfrutándolas como tal para que cuando
nos toque volver a releer nuestro libro de la vida podamos verlo con la
satisfacción en nuestro corazón de que cada etapa la hemos vivido, sin
aferrarnos al pasado y con la convicción de que cada etapa en nuestra vida representa
una nueva enseñanza que nos hace cada día ser mejores pero sin dejar de ser las
personas que somos en realidad, con nuestros defectos y virtudes, alegrías y
tristezas, disfrutando de escribir y sobre todo de vivir un nuevo capítulo en
nuestro libro de la vida.
Susana Mejía de Acosta
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